JUNTA CENTRAL SUPREMA

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                                                            Junta Suprema Central y Gubernativa
           

Tras el levantamiento de mayo de 1808, ante las abdicaciones de los Borbones en Bayona y la colaboración que las instituciones de la Monarquía española habían prestado al gobierno de José I Bonaparte, surgió entre los protagonistas del levantamiento la necesidad de crear organismos de gobierno. Ese sería el origen de las Juntas Provinciales en diversos lugares: Valladolid, Badajoz, Sevilla, Valencia, Asturias, Lérida y Zaragoza. Las Juntas se colocaron por encima de las instituciones como el Consejo de Castilla, y asumieron la labor de la resistencia frente a los franceses y afrancesados. Por un lado, muchos de sus componentes defendían el viejo orden, es decir, la necesidad de vencer a los franceses por haber ocupado el país, pero deseando el retorno a las estructuras del Antiguo Régimen, que el gobierno afrancesado comenzaba a cuestionar, aunque fuera de una manera muy moderada. Por esa razón pensaban que las Juntas debían ser unos organismos que se dedicasen exclusivamente a la tarea de resistir y organizar la lucha. Pero, por otro lado, había otro sector que, sin obviar la necesidad de armarse y organizarse para el combate, veían más allá.  querían hacer profundas reformas, comenzando por la elaboración de una Constitución. Abogaban, por tanto, por un proceso revolucionario liberal.

 Así pues, tras una misa solemne en la Capilla Real del Palacio de Aranjuez, los diputados prestaron juramento. Presidía la Junta un personaje fundamental del despotismo ilustrado, el anciano conde de Floridablanca, aunque falleció el 30 de diciembre, siendo sustituido por Vicente Ossoiro de Moscoso Álvarez de Toledo, marqués de Astorga. En noviembre de 1809 presidiría Juan Acisclo de Vera y Delgado, arzobispo de Laodicea, que permaneció en el cargo hasta la disolución de la Junta.

La Junta Central comenzó a trabajar, formada por dos representantes de cada Junta Provincial. La mayoría de sus componentes eran de origen nobiliario, casi todos con título, destacando cinco Grandes de España. La representación eclesiástica también fue muy destacada, con algún arzobispo y muchos canónigos. La representación de la burguesía era mucho más escasa. La Junta tuvo que desplazarse a comienzos del nuevo año de 1809 a Sevilla dados los acontecimientos bélicos del momento, con la llegada de Napoleón a España.

Al asumir todos los poderes se produjo la necesidad de separar cada uno de ellos en su seno. Las cuestiones ejecutivas, es decir, de gobierno, fueron asumidas por una denominada Sección Ejecutiva. Por otro lado, se creó una Comisión de Cortes con la misión de preparar la convocatoria de las mismas.

La invasión francesa de Andalucía provocó que la Junta se tuviera que trasladar de Sevilla a Cádiz. Los partidarios del absolutismo aprovecharon la ocasión para conseguir que la Junta se disolviese, obligando a que se nombrase una Regencia, a finales de enero de 1810. Pero este hecho, en principio favorable a las tesis más conservadoras, no frenó el proceso de convocatoria de Cortes. En septiembre de ese mismo año se reunieron en Cádiz, y se puso en marcha el proceso constitucional que desembocó en la elaboración y aprobación de la Constitución de 1812, y de la creación de un vasto programa de reformas de signo liberal.
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Sello de armas utilizado por la Junta de Sevilla en los papeles públicos.

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